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domingo, 5 de agosto de 2012

MOHANDAS KARAMCHAND


“Yo aún no encontré a Dios, pero lo estoy buscando y estoy preparado para sacrificar las cosas que me son más queridas a fin de proseguir esta búsqueda. Incluso si el sacrificio fuera de mi propia vida, creo estar preparado para darla*”



Pocos minutos pasadas las cinco de la madrugada del viernes 30 de enero de 1948, Mohandas Karamchand se dirigía a realizar su plegaria habitual en una congregación; marchaba ignorante de lo que ocurriría en su camino. Para aquellos tiempos su ser ya era sinónimo de grandeza, pero en su país se vivían tiempos difíciles por su reciente nacimiento como estado independiente -ánimos templados habían propiciado la germinación del extremismo-. Suspendido en su sendero final fue abordado por un fanático derechista quien le dispararía en tres oportunidades haciendo que su noble y delgada figura cayera al suelo exhalando sus últimos sorbos de oxígeno; mientras se desplomaba tuvo tiempo para susurrar “Hei Rama” cuya traducción significa “Oh Dios” abandonando así el mundo terrenal víctima de aquello contra lo cual había luchado durante gran parte de su vida, y que lo convirtió en una leyenda que dejó al hombre incuantificables enseñanzas que aun hoy son motivo de disertación y veneración; pero ¿Quién fue Mohandas Karamchand? ¿Qué lo hizo convertirse en leyenda y ejemplo para la humanidad?



De antemano ofrezco al lector mis disculpas si no cubro las expectativas al intentar escribir sobre un personaje cuyo legado ha sido estudiado y divulgado por grandes filósofos, mi interés no es -y no podría serlo- el de imitarles, simplemente quisiera compartir los vagos conocimientos que he adquirido estos días en mi afán por escribir estos párrafos -aunque dichos conocimientos llegasen a ser pertinentes al momento de cumplir con mi objetivo-. Armándome un tanto de valor para no defraudar la memoria y obra de Mohandas, quisiera comenzar haciendo un breve esbozo de la que habría sido su niñez y continuar con algunos de los momentos más importantes de su vida. ¿Por qué comenzar con su niñez? probablemente porque vislumbro que es aquí donde todos los seres humanos -incluido el protagonista de esta historia- adquirimos los hábitos y conocimientos que serán significativos en el transitar de nuestras vidas. 



Mohandas, quien naciera en Porbandar en octubre de 1869, era descendiente de castas de comerciantes, sin embargo, no heredó de sus padres mayores riquezas y recibió una educación en consonancia con el resto de sus paisanos. Según sus propios relatos, confiesa que le costó en demasía dominar las tablas de multiplicar y que se caracterizaba por su intelecto perezoso y memoria escasa. Resultó ser un muchacho algo tímido cuyos mejores camaradas eran sus libros y sus lecciones, incluso acostumbraba a pasar en la escuela sólo el tiempo obligatorio, evitando así la idea de entablar conversaciones con sus compañeros  por miedo a ser objeto de burlas típicas de esas edades. Siempre temió de fantasmas y espíritus a lo que su niñera le propuso como solución recitar de memoria el Ramanama para espantar sus miedos  -éste sería su primer encuentro con el tema religioso-.


Desde los seis o siete años y hasta los dieciséis estuvo en escuelas e institutos en los cuales aprendió muchas cosas menos religión. El significado de la religión fue a corta edad una de sus búsquedas más loables; pudo convivir durante ese tiempo con las tendencias hinduistas, musulmanas y cristianas sin mayor dificultad. En su autobiografía afirmó que para esa época podía considerarse ateo, pues ninguna de las doctrinas religiosas lograba satisfacer sus inquietudes por un tema tan complejo como la existencia de Dios -llegó a experimentar algún tipo de aversión hacia el cristianismo, debido a que no le parecían adecuadas sus prácticas de conversión que incluían temas tan controversiales como el cambio de vestimenta, el consumo de carnes y alcohol-. Su falta de conocimientos religiosos no le impidió trazarse una premisa de subsistencia, pues tenía la convicción de que la moralidad era la base de todo en la vida y de que la verdad sería la sustancia de toda moral; así, la verdad se convirtió en uno de sus objetivos. Quizás, como todo ser humano, Mohandas no estaría excluido de aquellos quienes buscan señales para permanecer impetuosos en su camino, pero sólo algunos pocos tienen la sabiduría y paciencia para identificarlas y aceptarlas, de esta forma llegó en su adolescencia una estrofa gujaratí que persistiría en su corazón y en su espíritu; el precepto de esa estrofa “Devuelve el bien por mal” se transformó en su principio rector. A continuación las maravillosas líneas que impactaron a Mohandas:


“Por un cuenco de agua dad una rica comida;
ante un saludo amable inclinaos con fervor;
por un simple penique pagad con oro vos;
si la vida os salvan, la vuestra no rehuséis.
Observad así de los sabios sus palabras y acciones;
cada pequeño servicio por diez os será recompensado.
El realmente noble sabe que todos los hombres son uno solo
y devuelve con júbilo el bien por el mal que le hubieren hecho”


Habiendo culminado el instituto, en 1887 aprobó todos los exámenes que eran necesarios para ingresar en la universidad; para entonces la pobreza reinante en su dominado país obligaba a aquellos quienes querían aventurarse en la búsqueda de una profesión a escoger las ciudades más cercanas y económicas  por lo que tomó la decisión de estudiar en Bhavnagar. Mohandas se hallaría completamente desconcertado en esta ciudad y no logró seguir, como era su meta, las explicaciones de sus profesores a los cuales consideraba como excelentes maestros. Reconoció con vasta humildad no estar preparado para esa etapa y al culminar el primer curso  decidió regresar a casa. Pero el futuro le tendría preparada una sorpresa y llegó hasta él la oportunidad de cursar estudios de derecho en Inglaterra, país que ejercía el dominio colonial de su nación. Aprovechó la oportunidad y fue allí donde, además de cursar sus estudios y obtener el diploma, entró en contacto con grupos que le permitieron conocer más a fondo el asunto religioso. Incluso llegó a leer la Sagrada Biblia. Pese a que el Antiguo Testamento y el Libro del Génesis no consiguieron causar en él mayor efecto,  fue en el Nuevo Testamento donde encontraría unos versículos que asoció con las enseñanzas sagradas del Gita -libro que consideraba indispensable para el conocimiento de la verdad- dichos versículos se correspondían al Sermón del Monte: “Mas yo os digo, no resistáis al mal; antes, a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra; y al que quisiere ponerte a pleito y tomarte tu ropa déjale también la capa”.  

 
“El mundo aplasta el polvo bajo sus pies, pero el que busca la verdad, ha de ser tan humilde, que incluso el polvo pueda aplastarlo*”


Al culminar sus estudios universitarios regresó a su tierra, donde trataría de ejercer la profesión de las leyes en Bombay, pero fracasó en el intento y decidió viajar a Sudáfrica como asesor legal de una empresa india, para entonces tenía 24 años y le tocaría ser testigo presencial y víctima de la rudeza con la que eran tratados él y sus coterráneos al ser considerados como una raza inferior por el hombre blanco. No obstante, Mohandas consiguió sortear esas vicisitudes y logró progresar en su trabajo. Muy a pesar de la prosperidad que comenzaba a llegar a su vida y a la de su familia, Mohandas distaba mucho de sentirse satisfecho consigo mismo, sentía la necesidad de simplificar su vida y la de realizar alguna actividad al servicio de sus compatriotas. Un día, un leproso tocó a su puerta y él no tuvo el valor suficiente para darle una comida y despedirlo, prefirió albergarlo en su casa, curar sus heridas y atenderlo lo mejor que pudo hasta que logró conseguirle alojamiento en un hospital adecuado. En la búsqueda por simplificar su vida aprendió a lavar y planchar sus ropas y a cortarse por si mismo el cabello, inicialmente no fueron buenos los resultados, pero con el tiempo fue perfeccionando sus artes.



Mohandas comenzó a defender los derechos y libertades de los indios en Sudáfrica y fue arrestado en varias ocasiones; estos acontecimientos no le impedirían seguir sus objetivos difundiendo una política de resistencia pasiva y no cooperación hacia el gobierno que con el tiempo le convertirían en un “apóstol del pacifismo” influenciado por las obras de su admirado Liev Tolstoi y el concepto de “desobediencia civil” de Henry David Thoreau. Se esforzó por estudiar los conceptos y teorías de aquellos para formular su propia lucha la cual llamaría “satyagraha”, término que en sánscrito significa “abrazo de la verdad”.  Finalmente, para 1914 el gobierno de Sudáfrica satisfizo varias de sus demandas más importantes en pro de los derechos humanos lo que lo llevaría a considerar su trabajo por terminado en ese país y, luego de 20 años de estadía, querer regresar a la India.


“Para contemplar de cara a cara al espíritu de la verdad, uno debe ser capaz de amar la menor expresión de la creación  como a uno mismo. Y un hombre que aspire a eso, no puede permanecer fuera de cualquier manifestación de vida. Por ello, mi devoción a la verdad me llevó al campo de la política; y puedo afirmar sin el menor asomo de duda, y por supuesto con toda humildad, que aquellos que sostienen que la religión nada tiene que ver con la política, no conocen el significado de la religión*”


En el año de 1919, el gobierno británico de la India promulgaría el decreto Rowlatt a través del cual se prolongarían sus regímenes de excepción posteriores a la Primera Guerra Mundial, esto con la finalidad de evitar actividades subversivas en la zona. El 13 de abril del mismo año multitudes de personas se reunieron en Amristar para protestar contra las medidas tomadas por los británicos. La concentración se salió de control y los soldados comenzaron a disparar matando a 379 ciudadanos e hiriendo a otros 1200. Este evento pasaría a la historia como la “masacre de Amristar” y sería la chispa que necesitaba Mohandas para convertirse en líder del nacionalismo de su país oponiéndose contundentemente a la política colonial del Reino Unido. La primera campaña que organizó en tal sentido, consistió en un proceso de no cooperación que se desarrolló en 1920, durante el desarrollo de los acontecimientos los indios en cargos públicos dimitieron a sus trabajos, boicotearon los tribunales de justicia y organismos oficiales, los niños abandonaron las escuelas públicas y las calles de las ciudades fueron bloqueadas con sentadas de ciudadanos que resistían sin moverse los golpes de la policía. Mohandas fue detenido, pero pronto recuperaría la libertad.


“La desobediencia civil es el derecho inherente a los ciudadanos. El individuo no puede renunciar a ese derecho, a menos que cese de ser hombre. La desobediencia civil nunca es seguida de la anarquía; lo que si puede conducir a ésta es la desobediencia criminal. Todos los estados reprimen por la fuerza la desobediencia criminal, dado que perecerían de no hacerlo. Pero reprimir la desobediencia civil es intentar aprisionar la conciencia*”



En 1930 convocó una nueva campaña de desobediencia civil que intentaría poner fin al estricto control que el gobierno ejercía sobre la sal.  A sus 61 años lideró una marcha popular desde Ahamadabad hasta el mar Arábigo  que empezó con apenas 78 personas y terminó con una aglomeración de cientos y cientos de miles. Recorrieron 400 kilómetros en 24 días únicamente para recoger de la playa un puñado de sal que rompiera simbólicamente el monopolio británico. Las detenciones masivas no se hicieron esperar, algunos calcularon hasta 60.000 arrestos, y se produjeron dimisiones en altos cargos públicos por no querer enfrentarse a su propio pueblo. Los preceptos que mantuvo Mohandas para el desarrollo de todas las actividades de protestas, que incluían desde ayunos hasta huelgas, fueron: 1. Nunca recurrir a la violencia; 2. No molestar a los obreros que deseen trabajar; 3. Nunca depender de limosnas y 4. Mantenerse firmes, no importa cuánto tiempo durase la huelga, mediante cualquier trabajo honesto. 


“La no-violencia es una fuerza activa de la más alta clase: Es la fuerza o poder de la Divinidad en nosotros. Nos volvemos semejantes a Dios en la medida que nos tornamos no-violentos*”


En la lucha de Mohandas por conseguir la independencia de su país continuaría presionando al imperio dominante bajo los preceptos de su “Ahimsa” -no-violencia, amor- así se fue transformando en una leyenda viviente que profesaba el amor hacia los demás y la justicia para todos aquellos quienes le rodeaban; el amor por su pueblo fue tan grande que sólo puede compararse con su amor a Dios y al resto de la humanidad, pues Mohandas veía en cada ser viviente, en cada vestigio de creación la presencia de Dios. Finalmente, en 1947 el gobierno británico concedió la independencia a la India. Mohandas, el de la búsqueda irrenunciable de la verdad como camino hasta la Divinidad, el que se convirtió en hombre de leyes, que alguna vez vistió de corbatas y cuellos blancos relucientes pero que al ver la miseria en que vivía su pueblo se despojó de ellos para cubrirse sólo con un mantón y un taparrabos -como lo usaban las castas más bajas-; aquel Mohandas que luchó por el respeto de los derechos humanos, por la igualdad y por la justicia se transformó en líder, en guía espiritual, en luchador social y en padre de la no-violencia universal. Llegó a ser tan venerado por su pueblo que incluso lo consideraban santo y le llamaban “el alma grade”.



“El alma grande” caminaba aquella madrugada de un 30 de enero por las calles de Nueva Delhi y fue víctima de aquello contra lo que luchó…la violencia. Murió el hombre pero no su legado; al exhalar su último sorbo de oxígeno nació la leyenda del “alma grande” cuya traducción en sánscrito es Mahatma; por ello, hoy la leyenda no es conocida como Mohandas Karamchand sino como Mahatma… El grande MAHATMA GANDHI.



“Las generaciones del porvenir apenas creerán que un hombre como éste caminó la Tierra en carne y hueso” (Albert Einstein)



 
*Mahatma Gandhi


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Referencias:

-Antecedentes de la No-violencia. Centro mundial de estudios humanistas.
-Gandhi. Centro colectivo Gandhiano - México.
-Mi Religión - Mahatma Gandhi.
-Reflexiones sobre el amor incondicional. Mahatma Gandhi.
-Mahatma Gandhi "Un santo entre políticos y un político entre santos".